El
profesor Luis Miranda promovió en la Universidad Ricardo Palma, a través de la
Cátedra Unesco un Simposio (2004) y dos foros académicos (2006 y 2008) en los
que diversos especialistas y personas vinculadas con las editoriales dedicadas
a la elaboración y venta de materiales educativos que dieron como resultado un
espacio de reflexión sobre los métodos y orientaciones didácticos empleados en
el Perú. El primer simposio rindió homenaje al profesor José Jiménez Borja, con
intervenciones de Alberto Tauro del Pino y Rodolfo Cerrón-Palomino y
reflexiones sobre el vocabulario, la competencia discursiva, la enseñanza de la
lengua para la traducción y otros aspectos.[i]
Los dos
foros realizados también en Lima tuvieron mesas redondas en torno a la
situación de la lectura, calidad de los textos escolares, atención a la
diversidad y literatura infantil, aunque en muchos aspectos se observa un deseo
de ahondar más en estos aspectos.[ii]
Asimismo se observa cierto interés por la enseñanza de la gramática, con una
reflexión inicial de Jorge Iván Pérez,[iii]
y por la norma lingüística, con aportaciones de Ricardo Renwick y Jorge Wiese
Rebagliati.[iv]
En la educación lingüística nacional hay que recordar a quien
fue un verdadero amauta. Luis Jaime Cisneros dedicó un gran esfuerzo a mejorar
la calidad de la educación peruana también mediante la elaboración de una serie
de materiales de enseñanza, desde su primer trabajo de 1953 u los siguientes en
los años 60 y 69, hasta el más reciente de 1998, elaborado con ayuda de su hija
María Cecilia y del profesor y escritor Abelardo Oquendo.[v] En su
opinión es fundamental que los estudiantes no aprendan maquinalmente sino que
la educación lingüística les ayude a reflexionar sobre los usos y su propio
repertorio discursivo, y así también ayudarle a comprender cómo funciona la
lengua para ayudarle a desarrollar su propia producción lingüística. En la
educación primaria es conveniente fomentar el uso natural del lenguaje y apoyar
ese uso con observación y reflexión, y reservar para la educación secundaria
unos conocimientos de teoría efectivos sobre el hablar, sobre su funcionamiento
y sus normas. Así sugiere que en los últimos años, destinados a desarrollar la
lengua escrita, “conviene poner al alumno en contacto (en observación) de los
soportes gramaticales sobre los que se apoya la organización de la frase”, y
con ello será instruido sobre cómo “asegurar la coherencia” y aprenderá a
reconocer “los variados tipos de relación que las palabras pueden asumir y
concretar”.[vi]
En torno
a la historia de los materiales didácticos, no hay estudios que hayan analizado
los utilizados en la instrucción primaria y secundaria en las décadas
precedentes y la influencia que han podido tener los compendios de la Real Academia
Española y las ideas de Bello, Benot, Lenz y otros gramáticos en la orientación
de sus los métodos y principios rectores. Tampoco es fácil alcanzar siquiera
noticias de los autores que han elaborado en el Perú manuales de instrucción
primaria o secundaria, que en su mayoría han quedado en el olvido.
Podemos
mencionar al profesor del colegio Guadalupe, el limeño Arturo Montoya y su Libro y guía de lecturas y ejercicios para
el segundo curso de castellano conforme al último programa oficial, de
1913. Comienza significativamente con un fragmento de Bartolomé de las Casas
titulado “Defensa de los indios”. Incluye una selección de lecturas de relatos
y poesías de Santa Teresa, Quevedo, Jovellanos y otros, además de autores
peruanos como Olavide, Larrabure y Unanue, etc. Seguía el ejemplo de otros
muchos manuales que utilizaban selecciones de textos de autores escogidos para
ilustrar dificultades de la gramática o del vocabulario.
Otro
texto similar utilizado para la enseñanza es el del conocido intelectual cuzqueño
José Gabriel Cosio (Paruro, 1887 - Lima, 1960), Castellano para el tercer año de instrucción media (desarrollo del
novísimo programa oficial urgente de 1938), Cuzco, edición del autor. El
prólogo está fechado el 25 de febrero de aquel año y cabe pensar que se habría
impreso en las semanas subsiguientes, antes del inicio del calendario escolar.
Cosio estudió en la Universidad San Antonio Abad, donde obtuvo su
doctorado. Se inició en el magisterio ya en 1909 como profesor de Castellano y
Literatura. Fue por muchos años también director de los colegios nacionales San
Carlos de Puno, San Juan de Trujillo y del Colegio Nacional de Ciencias del
Cusco. Fue secretario del Rector Dr. Alberto Giesecke y formó parte de la
redacción de la Revista Universitaria
y la revista La Sierra del Cusco (él
prefería Cuzco). Fue autor de varios estudios sobre el drama del Ollantay,
sobre el Inca Garcilaso y se interesó por muchos temas locales, siendo un asiduo
colaborador de los periódicos cuzqueños.
El
profesor Cosio rechazaba que se escribiera Cusco con y defiende la
ortografía tradicional con . Pero en su libro de castellano, opta por
escribir con latina la conjunción copulativa “y”, así como el sonido
semivocal de los diptongos de virrey o
ley (que escribe virrei, lei), contraviniendo la opinión que en este punto había
expresado Juan de Arona en su diccionario, y da una serie de razones fonéticas
para concluir: “Autoridades como Bello i Benot han defendido i usado
valerosamente esta ortografía de la i en su función como vocal, i cuya
definitiva consagración como tal daría al castellano una ortografía más sencilla.”
No le
faltaba razón, al menos en lo que respecta a los diptongos, aunque luego Tomás
Navarro y otros fonetistas demostrarían que la conjunción se articula más
frecuentemente como consonante, en cuanto le sigue una palabra con vocal
inicial. En este debate Juan de Arona se había mostrado intransigente contra
estas novedades que él atribuía a chilenos y colombianos, y tal vez su terquedad
ayudó a que la mayoría de autores y periódicos continuaran la tradición
ortográfica de escribir “Juan y Pedro”, en lugar de “Juan i Pedro”. El propio
González Prada exclamó que había que renovar la ortografía, aunque él mismo fue
muy cuidadoso en respetar, en el resto de sus obras, sus normas convencionales.[vii]
Cosio
ofrece también una selección de textos con comentarios y preguntas acerca de
diversos aspectos de la ortografía y vocabulario, siguiendo un orden de
contenidos gramaticales preciso: formación de palabras, composición, clases de
predicado, reglas del régimen, etc.
En 1948
se publicó sin nombre de autor en Lima, en la imprenta de J. P. Villanueva un Diccionario escolar peruano con 15 mil
voces y 22 mil acepciones y un apéndice de apenas 400 peruanismos. En la
actualidad algunas editoriales comercializan diccionarios escolares pero
ninguno ha sido concebido o elaborado específicamente para el ámbito nacional,
puesto que se limitan a insertar en un repertorio indiferenciado (que recoge el
significado español o argentino o colombiano de las palabras) apenas unas pocas
páginas de mapas e ilustraciones peruanas. Una excepción verdaderamente notable
es el Diccionario escolar de la
editorial Bruño (2005), que ha realizado un verdadero esfuerzo por ofrecer un
buen instrumento pedagógico para los escolares peruanos al elaborar en su
totalidad un repertorio en que se recogen las definiciones con el significado
propio que tienen las palabras castellanas en el Perú.
Los
manuales para enseñanza del español en primaria o secundaria pueden dar
indicios interesantes sobre fenómenos dialectales o sobre actitudes
lingüísticas, por lo que reflejan lo que profesores e instituciones consideran
correcto o incorrecto. En el libro de Teodoro Ortiz Dueñas, Castellano. Teoría y práctica. Primer año de
educación secundaria,publicado en
Lima sin fecha, pero en torno a 1970, se mencionan “las principales causas de
una mala pronunciación de las palabras” y enumera:
a)
por cambio de letras: barde por balde, linia por
línea, anecso por anexo.
b)
por supresión de letras: acredor por acreedor, pescao por
pescado, cre por cree.
c)
por adición de letras: vide por vi, bacalado por
bacalao, cónyugue por conyuge.
Evidentemente
hay algunos fenómenos que responden a disgrafías provocadas por las
inconsistencias de la ortografía castellana (anecso), pero se muestran rasgos del español costeño, común con
dialectos meridionales o innovadores, como la relajación y pérdida de la sonora
intervocálica (pescao) y su
ultracorrección (bacalado), la
simplificación de dos vocales contiguas (acredor,
cre) y la diptongación de hiatos, general en muchos dialectos americanos
desde México hasta Chile y Argentina pasando por Centroamérica y las costas del
Pacifico. También aparece la confusión de las líquidas en final de sílaba (barde), que en la costa peruana muestra
preferencia por la vibrante. Y es interesante el arcaísmo morfosintáctico (vide) que se conserva con bastante
vitalidad en áreas rurales de los extremos norte y sur y en español andino.
"Coquito"
se publicó por primera vez en la ciudad de Arequipa, en 1955. Luego de seis
décadas de afanosa actividad se ha forjado como uno de los más tradicionales
instrumentos pedagógicos en el Perú, ha llevado de la mano a más de 38 millones
de niños por los caminos de la lectura, la escritura y la educación, y ahora ofrece
a la venta sesenta títulos en más de quince países hispanoamericanos, también
en Estados Unidos.
El
profesor arequipeño Everardo Zapata Santillana es el autor de este
extraordinario conjunto de materiales didácticos, que en la actualidad compite
con una ingente batería de libros adaptados del extranjero. Demostró toda su vida
una verdadera vocación docente. Cursó sus estudios en la Escuela Normal de
Varones San Juan Bautista de La Salle, donde se graduó de Profesor Primario y
fue destacado a Punta de Bombón, Arequipa, donde fundó una escuela de primer grado
que ahora lleva su nombre y que le sirvió como investigación durante siete años
para encontrar un método adecuado y eficaz para enseñar a los niños a leer,
escribir y pensar mediante un sistema que el profesor Zapata denominó: Método
Global de Palabras, que mediante imágenes brinda a los niños una forma sencilla
y efectiva de utilizar su vocabulario, estimulando así el aprendizaje de la
lectura de manera ágil y eficiente.
Por su
dedicación y excelencia el Ministerio de Educación le otorgó las Palmas
Magisteriales en el máximo grado de "Amauta". El Congreso de la República,
el Concejo Provincial de Arequipa y otras instituciones le han brindado los más
altos reconocimientos.
Los
maestros de educación primaria y secundaria demostraron que estos textos no
solo reflejan un gran amor al Perú y al cuidado del idioma, sino una gran
sensibilidad idiomática en torno a la norma y a su difusión, contribuyendo
enormemente al desarrollo del país al situar la enseñanza del idioma en un
horizonte y un paisaje propios. El servicio que prestaron al país bien merece
un reconocimiento.
[i] L. Miranda (ed), Actas del Simposio Centenario de José Jiménez Borja. Descripción y
enseñanza del español, Lima, Universidad Ricardo Palma, 2004.
[ii] L. Miranda (ed), Foro sobre el problema de la enseñanza del español en el Perú.
Lima, Universidad Ricardo Palma 2006; II
Foro sobre el problema de la enseñanza del español en el Perú. Lima,
Universidad Ricardo Palma, 2008.
[iii] “La enseñanza de la gramática formal en
la escuela y su lugar con respecto a la comunicación integral”, en el primer
foro, pp. 103-140.
[iv] R. Renwick, “El lugar de la norma en la
lingüística y en la enseñanza del español”; J. Wiesse Rebagliati, “Qué
castellano enseñar”, ambos en el segundo foro, pp. 45-63 y 98-126.
[v] Lenguaje.
Curso secundario. Lima, Huascarán,
1953; Lengua española (primer y
segundo curso). Lima: Ediciones Peruanas Simiente, 1960. Lengua y enseñanza. Lima, Studium, 1969.
Lenguaje, literatura. Lima,
Pontificia Universidad Católica, 1998. En colaboración con María Cecilia
Cisneros y Abelardo Oquendo.
[vi] “Sobre la educación lingüística escolar”,
Lexis, 22, 1998, pp. 87-93.
[vii] Ver el trabajo clásico de Julio Díaz Falconí, “La reforma ortográfica de Manuel González
Prada”, en Sphinx, 13, 1960, pp.
170-198. Ver también ahora Carlos Arrizabalaga, “El debate ortográfico en el Diccionario de Peruanismos de Juan de
Arona”, en José Carlos Huisa (ed), Estudios
lexicográficos sobre Juan de Arona. Lima, Academia Peruana de la Lengua,
2015 pp. 137-159.